La aurora huele a ansiedad, huele a café.
“Tardas mucho, hijo. ¿Qué estás haciendo?”
En la luz rosada me pinto las uñas, cereza. La boca, frambuesa. Un toque de terracota, dorada, que me trajiste de Francia. Sonrío, recuerdo.
Hace frío. Llevaré mi abrigo de terciopelo.
El perfume, ¿cuál era? L’Heure Bleue, el minuto morado, el instante negro, qué importa ahora.
Toco tu puerta, llamo, grito tu nombre. –Mi amor, ¿estás listo?
Golpeo, pateo, entro a la fuerza.
Pero ya te fuiste. Cara lívida, cuerpo tieso, lengua afuera, color lila.